CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ | EL UNIVERSAL
Un esperpento, una mueca contrahecha, fue el bullying, escrache, o acto de repudio (como lo llaman los cubanos) contra la hija de un capitoste, allá en las antípodas. No está acusada de ningún delito y por eso es injusticia, vejamen, atropello. Según el Derecho Penal los delitos son personales y las sanciones intrasmisibles, pero las turbas no creen en eso. Somos objeto y sujeto de envilecimiento, objeto porque las autocracias arrebatan la libertad, imponen el miedo, la acción brutal y degradan a los seres humanos a actuar bajo sumisión. Y sujeto, porque degradados, reproducimos en comportamiento que sufrimos. Stalin levantó en Moscú un monumento a un niño que delató a sus padres y, como los comunistas, acusamos a una muchacha de cómplice por no denunciar a su familia. Y peor que las torpezas de los espontáneos, es que gente con aparentes visos de solvencia tartajee a favor de eso. CLIC AQUI para seguir leyendo...
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