Eduardo Semtei / El Nacional
Nadie conoce con precisión, exactitud y claridad el mundo subterráneo del PSUV y los demonios que lo dominan. Una vez que desaparece el mandamás, del que, por cierto, mucha gente todavía opina que si hubiese sido más precavido, humilde y sencillo, y aceptado los ofrecimientos de tratamientos médicos avanzados, modernos y no la piltrafa cubana caracterizada por un error garrafal en la primera cirugía, pues, el hombre estuviera aún entre los vivos. De nada sirvió la preocupación de Lula; la tozudez y la “fiebre del poder” lo cegaron ante las realidades de su maltrecho organismo. Quería morir como presidente.
Como decíamos, desaparecido el jefe absoluto, las distintas fracciones empiezan a moverse, arreglarse y, como inmensas placas tectónicas, asientan sus plataformas financieras, partidistas y administrativas.
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