Un viejo adagio dice que “tiempos desesperados traen medidas desesperadas” y, en efecto, una crisis económica tan profunda y prolongada, con daños acumulados tan inmensos como los sufridos por la población venezolana en los últimos años, donde la inestabilidad apremia y la responsabilidad de los decisores se ha extraviado, no podía esperar más. Por eso, de un tiempo para acá, campean en la comarca la magia y las “balas de plata”. Ahora es la dolarización la que aparece como la solución a la inestabilidad en los precios y los enormes desequilibrios que nos trajeron a la hiperinflación. A diferencia de ciertas soluciones desplegadas por el gobierno de Maduro, como los controles de precios, los controles de márgenes y todas esas especies, ésta, no cabe duda, tiene más respeto intelectual y asidero real. Bien vale recordar que, a finales de los años 90, varios respetados economistas arbitraban en Washington por los beneficios de su implementación. Hoy, tres países de la región usan el dólar norteamericano como moneda oficial y uno de ellos, Ecuador, llegó a esta solución en medio de una compleja crisis económica que llevó al país casi al borde de la hiperinflación hacia finales de los años 90. Sin embargo, también hace falta recordar que en ninguno de los casos latinoamericanos donde la hiperinflación se hizo presente, y donde la moneda quedó fatalmente pulverizada, se optó por la dolarización para conjurar la crisis inflacionaria. Fueron más bien un conjunto de políticas macroeconómicas de estabilización, acompañadas de reformas monetarias e institucionales, las que lograron desinflar los precios y sentar las bases de la recuperación. Ningún caso fue del todo igual, lo que en esencia valida la idea de que para estabilizar hay varios caminos. CLIC AQUI para seguir leyendo...
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