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martes, 25 de abril de 2017

Dos gorditos contra el mundo. Por Alberto Barrera Tyszka


Por Alberto Barrera Tyszka | Prodavinci

Una de las áreas donde la auto proclamada “Revolución Bolivariana” siempre fue muy eficaz era la publicidad. Durante años, la mejor acción del gobierno fue la propaganda. Tenían una alta conexión con la gente, manejaban muy bien los códigos populares, reaccionaban rápidamente, producían piezas ingeniosas, de alta calidad… Pero todo eso también está en crisis. Ahora al oficialismo nada le sale bien. Ni un baile. Ni una filmación entre panas, dentro de un carro. Ni siquiera sembrar un arbolito. Siguiendo esta onda de coqueteo con los reality show en la que andan los creativos de Miraflores, ayer aparecieron jugando béisbol Nicolás y Diosdado. No se cuál era la idea del genio que fraguó ese momento. Pero el resultado es un espectáculo memorable, una pieza perfecta de la decadencia de todo este proceso. En medio de un país de flacos, de pronto aquí están es par de gorditos, embutidos en sendos uniformes relucientes, con guantes de marca y pelota de spalding, en un campo profesional y tranquilo, muy seguro. Lo que dicen, de entrada, importa poco. Además, no están demasiado ágiles. Cada vez que lanzan la pelota, sueltan dos jadeos que comienzan a batallar con las palabras. Lo primero que importa es la imagen. Son dos tipos poderosos, que tienen hasta su nombre en el uniforme; dos ricachones rechonchos, que pueden darse buena vida, que no tienen ninguna angustia. Están en un lugar paradisíaco, muy bonito, lleno de verde, con rejas y seguridad. Eso debe ser el Country Club de la Revolución. Y se ríen. Son felices. Están tranquilos. No les duele nada. Así son los oligarcas. CLIC AQUI para seguir leyendo...


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