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sábado, 27 de agosto de 2016

Ah, ¿y el 2 de septiembre?. Por Fausto Masó


Fausto Masó / El Nacional

Al viajero que regresa después de pasar 30 días en Panamá, Colombia o Miami, a primera vista encuentra todo igual. El gran mérito de Nicolás Maduro es pasar desapercibido, no porque ya no resida en Miraflores, sino porque nada de lo que hace deja huella. Al contrario de Chávez que era un verdadero fastidio, nunca nos dejaba en paz, Maduro se ha propuesto esfumarse, desaparecer. No existe. Esta es la revolución más inocua que se haya conocido en la historia, por lo menos durante los años de Nicolás a pesar de que siga arruinando a Venezuela. En América Latina nadie piensa que el discurso revolucionario venezolano se traducirá en revueltas, golpes de Estado, alzamientos. Maduro es la esencia del no hacer nada. Ni siquiera amenaza al imperialismo o a la oposición. Ha sido olvidado, nadie lo toma en cuenta ni él –a la usanza de Chávez– interviene en otros países, o si lo hace nadie se entera porque Maduro ni pincha ni corta. CLIC AQUI para seguir leyendo...


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