José Domingo Blanco (Mingo) / Noticiero Digital
- A lo lejos, un flaco -muy flaco- que no reconozco, comienza a agitar sus brazos al mejor estilo de CAP en campaña electoral. La distancia no me permite reconocerlo, aun cuando es evidente que él a mí sí. A medida que se me aproxima, apelo a mi buena memoria para rostros y nombres; pero, nada: sigo sin saber quién es. Hasta que lo tengo de frente y su voz lo delata. Finalmente, identifico en ese flaco al amigo de la infancia, al compañero de bachillerato, al compinche de los años de juventud y al socio de las andanzas profesionales. Se ha quitado unas cuantas tallas de encima; sin embargo, no me atrevo a preguntarle las causas de su extrema delgadez. No quiero que me responda como Pedro, mi pana el motorizado, quien también luce mucho más flaco y no precisamente por recomendación del doctor: “le estoy dejando la comida a mi mujer y a mis hijas. Yo resuelvo con cualquier cosita. Mira esto –me dice Pedro, señalando su cinturón- le tuve que abrir dos huecos a la correa. Pero es que esta situación está muy arrecha Mingo y los reales no me alcanzan. Así que empecé a comer menos para que, lo que puedo comprar, alcance para ellas”. Duele, duele mucho saber que el hambre pasó a ser la constante de muchos hogares del país y es el plato principal de la mesa de los venezolanos. CLIC AQUI para seguir leyendo...
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