Manuel Malaver La Razón / ND
La tormenta perfecta del Esequibo y la forma en que está devastando la petrodiplomacia del chavismo en el Caribe, Centro y Suramérica, serviría para escribir tratados y tratados que prueben cómo las dictaduras socialistas y totalitarias son fenómenos esencialmente políticos, y las cuestiones que afectan la economía, el territorio, la sociología y la ideología son irrelevantes y absolutamente negociables. Lo demostraron, Lenin cuando a meses de la “Revolución de Octubre”, el 3 de marzo de 1918, firmó con el imperio alemán aquel Tratado de Brest-Litovsk que significó la pérdida de un tercio del territorio ruso de preguerra, pues su interés estaba concentrado en ganar la guerra civil que veía aproximarse; Stalin con la firma del Pacto Germano-Soviético de 1939, con el cual intentó repartirse con Hitler la Europa Central como un primer paso para deshuesar a la democracia occidental; y Fidel Castro, que mientras incendiaba América Latina contra el imperialismo yanqui, toleró su presencia en la Base Naval de Guantánamo, pues, simplemente, no perturbaba el poder total que estaba imponiendo a sangre y fuego en la isla caribeña. CLIC AQUI para seguir leyendo...
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