MIGUEL SANMARTÍN | EL UNIVERSAL
El pujante deterioro -estructural, económico, social, político e institucional- se propaga a pasos agigantados, camarita. Ya nadie lo duda. Ni siquiera el oficialismo refuta ese hecho. Esa verdad incontrovertible. Como mucho la vocería roja "inventa" culpables para achacarles la responsabilidad de lo que para legos y entendidos, dentro y fuera de las fronteras patrias, provocará el colapso del país.
Abundan señales e informes del empeoramiento de la situación económica y social, del deterioro de las libertades ciudadanas y de la violación de los derechos humanos. En este sentido también se multiplican las manifestaciones de malestar de la población que lo manifiesta de distintas maneras. Los incidentes que ya dejan varios fallecidos en las colas de compradores desesperados frente a cadenas de supermercados y redes de farmacias y las recientes protestas de transportistas en Nueva Esparta, Táchira y Mérida son evidencia del desespero del soberano. Otro indicio de ese descontento es la caída sostenida de la popularidad del presidente que se evidencia en todos los sondeos de opinión pública.
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