Marta Colomina / El Nacional
El monstruoso asesinato del diputado del PSUV Robert Serra es muestra del fracaso oficial en el control de la criminalidad que se ha enseñoreado en el país, a pesar de los partes edulcorados que emite el Ministerio del Interior. La “saña extrema”, como califica El Nacional, con la que actuaron los homicidas de Serra, se inserta en la práctica salvaje del crimen en Venezuela: víctimas asesinadas por razones baladíes, torturadas, descuartizadas y sus miembros encontrados en lugares públicos. A pesar del afán oficial por ocultar el derecho a la información de los ciudadanos y su tendencia a culpar a la oposición de crímenes con sello rojo, gracias a las pesquisas de los medios de comunicación libres, habrían sido seis hombres los participantes en el crimen de Serra y su asistente, “dos de los cuales vestían como santeros y llegaron a La Pastora en un Toyota Corolla y una moto (…) Al llegar a su casa, Serra despidió a los dos escoltas que le acompañaban, y aunque tenía dos escoltas más, ese día no trabajaron” (El Nacional 03/10/14). De fuentes extraoficiales, dada la opacidad de la información oficial, la primera en ser asesinada con seis heridas punzopenetrantes fue su asistente. Luego Serra, amordazado, maniatado y su cuerpo enrollado con tirro, fue víctima de la violencia de sus asesinos, quienes le habrían infligido, con saña ilimitada, entre 36 y 40 heridas del mismo tipo. CLIC AQUI para seguir leyendo...
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