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lunes, 13 de enero de 2014

Todo cambió. Por Fausto Masó



Fausto Masó / El Nacional

Por quedarme en Venezuela no salí en una lista junto a empresarios millonarios. Mala suerte. Tampoco practiqué en Margarita el turismo de aventura, como los duchos en conseguir puestos en ferry o en avión. Fui a tremendo resort de lujo en Río Chico; espectacular, siete estrellas, pero sin agua. Los recepcionistas amables, pero los teléfonos comunicaban solo con la recepción; las toallas las cambiaban, si usted insistía como un trastornado. A pesar de la amabilidad de la gente, sobre la cama caían gotas frías del aire acondicionado, faltaban bombillas en las lámparas. Hice una prueba de limpieza con todas las de la ley: arrojé una cáscara de cambur por una escalera, seguía ahí a los tres días. Todo esto es tan cierto como los cientos de huecos en la autopista, bella en verdad; pero cualquier hueco en Venezuela nace con vocación de eternidad, reaparece y reaparece. Lea Más Detalles AQUI ...



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