Fausto Masó / El Nacional
Respetamos al que no cedió frente a la tortura, nos preguntamos cuál hubiera sido nuestra actitud frente a tamaña prueba, admiramos al que no denunció a sus compañeros, arriesgó su vida por salvar la de otros; pero tal actitud nos impresiona más al conocer por sus memorias el caso de un Américo Martín que nunca miró por encima del hombro a los que fallaron en esa hora, y confiesa que le repugna despreciar a los derrotados por la tortura, porque entiende el dolor moral que soportan toda la vida, un Jean Mery se suicidó por no soportar el recuerdo de la humillación que le infligió la Gestapo. La tortura convierte a la víctima en un trapo moral. Ese no fue el caso de Américo, porque no se quebró y porque prefirió comprender antes que reprochar a los que fueron débiles ante el dolor. Lea El Artículo Completo AQUI ...